por RODOLFO FISCHER
“De arranque puedo decir lo que diría cualquiera: que el clásico es muy especial y que tiene esa rivalidad de barrio tan particular, porque hay amigos que comparten cosas y que son hinchas de uno u otro, así que esperan el partido pensando en la cargada del lunes y en el orgullo.
En lo personal, me fue muy bien contra Huracán. No tengo a mano los datos con precisión, pero creo que perdí dos veces y gané diez, además metiendo muchos goles en las dos canchas. La primera vez fue en la última fecha del campeonato de 1965. Ya había debutado, pero había vuelto a la tercera y el Toto Lorenzo esa vez me puso en Primera. San Lorenzo ganó 4 a 2 en el Gasómetro y tuve la suerte de marcar dos goles. También me acuerdo de un 5-1 en cancha de Boca, cuando Huracán empezaba a armar el gran equipo que salió campeón en el ‘73, y hasta de un par de amistosos: un 1-0 en Mar del Plata, con gol mío, y uno que perdimos 2-1 en cancha de Atlanta, con dos goles de Brindisi para ellos y uno mío para San Lorenzo.
Hoy Huracán está en un excelente momento, seguramente mejor que el de San Lorenzo. Ese chico Pastore tiene unas condiciones bárbaras y, en general, el equipo ha rendido muy bien. Por algo es uno de los candidatos cuando faltan solamente tres fechas. De todos modos, San Lorenzo cuenta con jugadores de primera línea que, sin dudas, intentarán darle una alegría al hincha. Por eso y porque en un partido de este tipo siempre hay cosas importantes en juego, más allá de lo que diga la tabla, me parece que está para cualquiera. Lo que deseo es que sea una fiesta, que la gente disfrute a pleno y que, una vez que terminó el partido, cada cual vuelva a su casa sin problemas. El clásico siempre se vivió intensamente durante la semana. La rivalidad existió toda la vida, pero antes no había desbordes como suele suceder ahora. Ojalá todos lo entiendan”.
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